viernes, 20 de diciembre de 2013

Cenas navideñas

En estos días proliferan las cenas navideñas; de compañeros del trabajo, de los amigos de la facultad, de los amigos de toda la vida, de los compañeros de la academia...
 
Al final nos juntamos con mil cenas, en las que nos gastamos un dineral y que nos hacen engordar desmesuradamente. Pero todos lo hacemos...¿por qué será? Yo creo que es el deseo humano de reencontrarse con los amigos en las fechas especiales. De ver a aquellos a los que durante el resto del año no les podemos dedicar tiempo. No son nuestros mejores amigos, pues a los amigos de verdad sí les regalamos nuestro tiempo asiduamente, pero es gente que nos cae simpática o que fue importante en un momento de nuestra vida.
 
También hay que ver el lado positivo de la comida. Conocemos nuevos sitios, yo ayer estuve en un griego buenísimo y probamos nuevos platos, pues se suele pedir muchas cosas para compartir. Hay grupos de amigos que siempre hacen las cenas de Navidad en el mismo sitio. Para ellos el ritual no es solo reunirse sino que hay un código en cuanto al sitio. Eso me parece muy aburrido, prefiero la innovación, aunque a veces nos equivoquemos y probemos cosas que no nos acaben de convencer o nos metan un sablazo.
 
Cuando la gente dice que no se ve la crisis en estas fechas porque la gente sale igualmente de cena creo que no estamos tomando en consideración una cosa muy importante: se sale con aquellos a quienes tenemos aprecio, una vez al año, puede ser un esfuerzo, pero es ocasional...¡A la mierda la crisis, reencontrémonos con los amigos de toda la vida, que para eso no los vemos todos los días!
 
Por eso procuro ir a todas las que puedo, aunque acabe derrengada y arrastrada, me cueste horrores volver a casa por los maravillosos recortes en los autobuses nocturnos y luego no pueda dormir todo lo que me gustaría. En el fondo disfruto de ver a aquellos que han sido o son importantes para mí.

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