martes, 11 de marzo de 2014

10 años después

Continuamente se nos recuerda lo rápido que pasa el tiempo, pero hasta que no pasa algo que marca nuestra vida no nos damos cuenta de la verdad de está afirmación.
 
Hoy hace 10 de años que fue el atentado de Madrid, o el atentado de Vallecas, como yo le llamo, pues fue el barrio donde yo estudiaba donde se vivió la tragedia. Y la vivimos en primera persona, con gente corriendo por la calle, sonidos de bombas desde las aulas del colegio y acordonamiento de calles colindantes a las que veíamos desde la ventana del aula.
 
Si bien he pasado por muchos momentos difíciles para mí será siempre el peor día de mi vida. Nunca podré describir a nadie lo que es tener miedo de verdad, como suena una bomba y cómo te quedas tan paralizado que no puedes pensar. Recuerdo adolescentes asustados, algunos llorando y tratando de llamar con un móvil que no funcionaba porque las torres de telefonía se habían caído por estar demasiado cerca de los trenes.
 
Pasado el tiempo han salido los juicios y tras las luchas políticas hemos podido saber, más o menos lo que pasó. Pero yo no lo recuerdo así: recuerdo el miedo irracional, el que no te deja entender las cosas. Para nosotros, estudiantes encerrados en un aula de instituto no había ninguna lógica. Solo nos sentíamos rodeados por las bombas y teníamos miedo de salir. Esperábamos una siguiente bomba en una autobús, en el metro o en plena calle. En ese momento no te puedes parar a pensar.
 
No obstante hubo mucha gente muy valiente que se acercó a los lugares afectados a prestar su ayuda, con el peligro que eso suponía. Ninguno de nosotros sabía si iban a explotar más bombas a los diez minutos de la primera, y sin embargo hubo taxistas, conductores y trabajadores que iban al trabajo que recogieron personas y las llevaron a los hospitales. Personal sanitario que dobló sus turnos para poder operar a las víctimas, trabajadores del IFEMA que tuvieron durante semanas cadáveres por identificar en sus salas y atendieron a cientos de familiares.
 
Muchas veces digo que me siento orgullosa de mi ciudad. Y este es el mejor ejemplo que puedo poner; Madrid reaccionó como una sola cuando hubo una necesidad, todos demostraron valentía y sobre todo solidaridad.
 
Esta misma mañana he ido muy incómoda en el metro, y reconozco que había parte de ese miedo irracional que nos domina en ciertas situaciones. Estaba leyendo el periódico gratuito donde se entrevistaban a víctimas mientras pasaba por las mismas estaciones a la misma hora que hace diez años cuando explotaron los trenes.
 
Y he vuelto a recordar a todos ellos, y por eso les dedico un post....porque no debemos olvidar lo que pasó y a cuanta gente se le truncó la vida una mañana de hace diez años.

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